Programa de Formación Complementaria




La I.E. Escuela Normal Superior Farallones, con 76 años en Cali como una institución formadora de maestros, es reconocida como una de las más importantes y prestigiosa Normal en el Departamento por su excelente nivel académico y la oferta de su Programa de Formación Complementaria.
Actualmente el Programa de Formación Complementaria adelanta su proceso de acreditación.
La Escuela Normal Superior Farallones se caracteriza por la excelencia de sus estudiantes, docentes y egresados, los cuales son apreciados por su compromiso con la calidad.
Por su visión y la creación de oportunidades reales para estudiantes , la Escuela Normal Superior Farallones se proyecta como una de las propuestas más exitosas del Departamento y de la ciudad de Cali.

Misión

Formar un Normalista Superior implica la organización y desarrollo de una propuesta formativa acorde con lo dispuesto en las Políticas Educativas del Ministerio de Educación Nacional tal como la Ley 115 de 1994, sus decretos y resoluciones reglamentarias y el Decreto 4790 de 2008.

Visión

La institución será reconocida por su compromiso social, capacidad de promover el valor de la cultura, la investigación y la pedagogía en un contexto de transformación institucional y social, con decidida participación en la formación del nuevo maestro para la Educación Preescolar y Básica primaria.

Principios y Valores

Los principios de la Institución Educativa Escuela Normal Farallones de Cali, son:

PRINCIPIOS:

VALORES:

  • Responsabilidad
  • Comunicación, Solidaridad, Respeto, Tolerancia, participación
  • Creatividad, Originalidad
  • Compromiso, Pertenencia, Estudio, Trabajo, Superación

Principio de la Libertad y Autonomía

Libertad

Sartre, “El hombre está condenado a ser libre”
ibertad designa la facultad del hombre que le permite decidir llevar a cabo una determinada obra o no llevarla a cabo. En otras palabras, lo que permite al hombre decidir si quiere hacer algo o no, lo hace libre, pero también responsable de sus actos.
Consideramos que el ser humano no sólo es libre sino que además debe estar consciente de esta libertad, y de que esto implica que posee la capacidad y necesidad de comprometerse con lo que elija. En pedagogía esto significará que al alumno se le educará su capacidad de tomar elecciones y de actuar siguiendo una elección personal y no de acuerdo a una obligación ciega. Asimismo, la importancia que Faure le da a la autonomía implica que es necesario que el niño entienda con claridad la finalidad que persigue cada actividad y que tenga un rol activo en la planificación de su propia educación.. La libertad se define como el derecho de la persona a actuar sin restricciones siempre que sus actos no interfieran con los derechos equivalentes de otras personas.
La educación es un factor también muy importante para conocer la libertad. Y es que solo a través del aprendizaje propio del individuo es como este llegara a su independencia ideológica, económica; bajo ciertas circunstancias; y podrá evitar a los “enemigos de la libertad”, que no son otra cosa que aquellos factores que no hacen posible la libertad.
En el proceso de educar toman parte los profesores, los alumnos, la familia, la institución educativa, la sociedad, etc. Cada una de estas esferas debe posibilitar un clima de respeto y tolerancia, de autonomía e independencia para la educación en libertad.
El educador debe tener respeto a su ideología, a su persona, a su concepción política, a sus iniciativas y al ejercicio profesional.
El educando debe cumplir dos condiciones: respeto al docente y autonomía propia. Debe ser tolerante con las opiniones del profesor, siempre que éste no quebrante conscientemente los derechos del alumno.

Autonomía

La autonomía (del griego auto, “uno mismo”, y nomos, “norma”) es, en términos generales, la capacidad de tomar decisiones sin ayuda de otro
La sociedad en la que está inserta la institución escolar favorece o dificulta también la educación en libertad, ya que no es lo mismo un centro educativo en sociedades totalitarias que en sociedades democráticas. La sociedad proyecta en la escuela su cosmovisión y según sea más o menos respetuosa con la dignidad de la persona humana, resultará fácil o incómodo educar en libertad.
El concepto moderno de autonomía surge principalmente con Kant y da a entender la capacidad del sujeto de gobernarse por una norma que él mismo acepta como tal sin coerción externa. Por el hecho de poder gobernarse a sí mismo, el ser humano tiene un valor que es el de ser siempre fin y nunca medio para otro objetivo que no sea él mismo. Pero para Kant, esta autolegislación no es intimista sino todo lo contrario. Una norma exclusivamente individual sería lo opuesto a una verdadera norma y pasaría a ser una “inmoralidad”. Lo que vale -según Kant y según la mayoría de los sistemaséticos deontológicos- es la norma universalmente válida, cuya imperatividad no es impuesta desde ningún poder heterónomo sino porque la razón humana la percibe como cierta y la voluntad la acepta por el peso de su misma evidencia. Esta capacidad de optar por aquellas normas y valores que el ser humano estima como válidas es formulada a partir de Kant como autonomía.
Esta aptitud esencial del ser humano es la raíz del derecho a ser respetado en las decisiones que una persona toma sobre sí misma sin perjudicar a otros.
De lo anterior es fácil concluir que la autonomía de los sujetos es un derecho que debe ser respetado. Para Kant, no respetar la autonomía sería utilizarlos como medio para otros fines; sería imponerles un curso de acción o una norma exterior que va contra la esencia más íntima del ser humano. Para Kant, se confunde y se superpone el concepto de libertad con el de ser autónomo. De la misma manera que no puede haber un auténtico ser humano si no hay libertad, tampoco puede haber ser humano donde no haya autonomía. Stuart Mill por su parte, también reivindica la importancia de la autonomía porque considera que la ausencia de coerción es la condición imprescindible para que el hombre pueda buscar su valor máximo que sería la utilidad para el mayor número.

Principio de Apertura

Consideramos que la escuela debe educar la dimensión social o comunicativa de cada alumno. Para lograr esto era necesario crear un clima alegre y distendido donde cada niño se sintiera invitado a participar y a expresarse espontáneamente.
La persona es un ser abierto a otro. Es comunicación y participación.
La vida humana es esencialmente comunicación. Cada persona es un ser incomunicable y a la vez es posibilidad de comunicación. En el campo del ser la persona es esencialmente incomunicable y en el campo del hacer la persona es esencialmente comunicable. Es este el gran misterio de la persona: la apertura y la clausura. El estar abierto en la medida en que se descubre y realiza con los otros y el ser algo clausurado, único que la diferencia de los demás y le permite anclarse en una identidad intransferible.
Para Faure, “es evidente lo que la experiencia nos muestra. No estamos hechos para nosotros. No podemos concebir nuestra personalidad solamente en relación con nosotros mismos. El deseo más grande de nuestra personalidad es que otra persona solicite nuestra persona”. Somos seres interpelados desde fuera y desde dentro. Tenemos en nosotros dos caras de la misma moneda: somos personales y tenemos una dimensión social. “Hay en nosotros una dimensión profunda que nos lleva no sólo a ser, sino también a dar a los demás lo que somos”.
Podemos decir que no sólo somos. Sino que somos con una dirección hacia. Nuestra actividad tiene una dimensión social. Cuánto mayor es la posibilidad de don, mayor es el perfeccionamiento de la persona en la responsabilidad y la alegría. Mounier siempre consideró la comunicación como el hecho primitivo y esencial de la existencia personal. Haciendo eco de ello, Faure, se define igualmente afirmando la necesidad de relacionarse con los demás y evitar el aislamiento. Ante ésta cuestión el jesuita francés se pregunta: “El colegio, la escuela ¿prepara para la comunicación?, ¿se da en ella un clima que lo permita?”.
En la base de la comunicación está el amor, de tal manera que la comunicación comienza cuando no sólo respeto y acepto al otro, sino cuando le amo: “Estamos hechos para amar”. Sin amor la comunicación no existe. Faure, sitúa la comunicación en un clima de espontaneidad y alegría, como los índices de vida, vida que necesita ser comunicada: “La comunicación es un signo de vida, de alegría y cuando uno está alegre, tiene necesidad de comunicar el motivo de su alegría. En éste caso la comunicación es espontánea. Pero… ¿encuentran nuestros alumnos este clima de espontaneidad, de alegría.”
Principio de Singularidad
Este principio reconoce la individualidad de cada ser humano y el respeto que se merecen las particularidades y los ritmos de cada persona. Este respeto debe traducirse en una pedagogía que sea adaptable a cada alumno y que fomente la creatividad e iniciativas de cada uno, pues la creatividad es para Faure el resultado de la personalización de lo aprendido.
Los estudiantes son individuos. Ningún ser humano es idéntico a otro. Los hombres tenemos elementos comunes, o si no, no podríamos aplicarnos la categoría de hombre.
La educación es perfeccionamiento de la persona, por lo tanto, si llega sólo a una parte de ella y no llega a su totalidad, es una educación parcial.
La Educación, no puede realizarse con una sola posibilidad, con una sola técnica.
No sirve usar sólo un programa que atienda nada más que a lo común, porque no sería una educación completa. Cada estudiante tiene su propio camino, su propia motivación, sus propios intereses: los alumnos tienen diferentes ritmos, e incluso dentro de la misma persona hay diferentes ritmos. Ante los mismos estímulos las personas tienen distintas reacciones y en esos casos cada hombre estaría creando.
Al crear, el hombre modifica lo que de algún modo está ya dado.
En la creatividad se encuentra la originalidad. Uno es más original mientras más cerca esté del origen de las cosas. Mediante la capacidad creadora el hombre no realiza una obra cualquiera, sino la de construirse a si mismo, su modo peculiar de ser y de vivir, con un estilo propio, con iniciativa. Y esta dimensión es eminentemente humana. Por eso el tema de la creatividad interesa especialmente en educación y la labor del profesor debe incluir también el hacer que los alumnos personalicen lo que reciben.
No hay verdadera adquisición, si no existe el empleo personal de lo que se ha aprendido, según P. Faure “La repetición es un peligro que hay que considerar como defecto”.
De esta forma la vida no consiste sólo en un don, sino en una tarea propia, en un proyecto original.
Y aquí la obra creadora más que un momento, será también un estar siendo, por ser algo constitutivo del ser personal. Esto exige un clima que permita y que provoque una expresión personal y por ello creadora, libre de bloqueos.
Faure propone crear un clima permisivo, libre, no coercitivo. Manifiesta que es necesario dejar libre el camino de la creación, que no quiere decir el provocar necesariamente una obra genial; hay que favorecer el pensamiento original y evitar que el hombre moderno de hoy se encuentre en una situación en la que “Mucho de lo que se piensa y dice no es otra cosa que la que todo el mundo igualmente piense y dice”, porque no ha adquirido la capacidad de pensar en forma original.
La verdadera originalidad se desarrolla en la comunidad. Faure dice que: “Resulta imposible conquistar la autonomía y el progreso en ella sin la creatividad del individuo y del grupo. Pues nunca es suficiente dar derechos y reconocerlos; hay que hacer a la gente capaz de ejercerlos”.


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